Cine, cuna de soñadores

Bienvenidos cinéfilos, apasionados y soñadores a este modesto blog.
Espero que, al menos, les haga tener más sed de cine.

jueves, 25 de marzo de 2010

Problemas gordos


Me encanta que las películas me den sorpresas, que resuten ser algo muy diferente a lo que yo esperaba. Supongo que es por eso que dejo de leer un argumento cuando lo intuyo demasiado revelador. "Gordos" ha sido una de esas películas que me ha regalado una grata sorpresa. Puede que sea por el título o por la imagen de cartelera pero me había creado una ilusión equivocada de lo que iba a ser realmente. Lo bueno es que mi propia ilusión dejaba mucho que desear comparada con lo que finalmente era la película. Qué alegría pensar que se trataba de una historia tirando a cómica y de resolución facilona y que luego no fueran por ahí los tiros. Nunca hay que fiarse del envoltorio.

Tanto la "simpática" cartelera como su título evidente son sólo la punta de un iceberg muy complicado, lleno de preocupaciones. Esto mismo se extrapola a la trama de la obra de Daniel Sánchez Arévalo. Estos personajes no son gordos y ya está, no son simples glotones de frágil voluntad para resistirse a un poco de chocolate. El sobrepeso no es el motivo de sus problemas, más bien todo lo contrario, es el síntoma de un gran desajuste interior, la voz de alarma.

Comer es sólo una forma inmediata de canalizar la preocupación, la culpa, la intranquilidad y la infelicidad. Pero todo se refleja en nosotros mismos, rezuma por cada poro de nuestra piel y, en este caso, es el despiadado espejo quien se encarga de escupirnos a la cara que nada va bien. Aquello que intentan esconder los de "Gorgos", tanto los que lo son como los que no, aflora en forma de carga mental y física y de gritos desesperados:
Gordo nº 1. Que nos acepten tal y como somos porque es lo que hay, no hay nada más. Eso no quiere decir que no nos esforcemos para ser mejores y que a veces incluso nos salgamos de nuestra personalidad para adoptar otras. Así es la raza humana, necesitamos ser aceptados primero, y después, admirados, añorados, pero sobre todas las cosas, amados.
Gordo nº 2. Tendrás que superar tus miedos y complejos para no proyectarlos en mí y hacerme creer que tengo la culpa. Eres un cobarde y no tengo por qué soportar tu carga y la mía.
Gordo nº 3. No cambiaré por absurdos motivos. No me utilices como plataforma para elevarte o engrandecerte porque eso supone que yo estoy quedando por debajo, que me haces daño y lo acabo pagando conmigo mismo.
Gordo nº 4. Intenta ser lo más coherente que puedas con tus propias palabras y consejos porque de nada sirve que adoctrines a los demás en algo que a tí mismo te cuesta la vida llevar a cabo.
Gordo nº 5. Si has dejado de quererme y desearme al mínimo defecto que me detectas, es que no me amabas a mí sino a la ilusión de lo que para tí suponía yo, a la propia construcción que hiciste un día de mí. Y duele porque entiendo que no te parecí suficiente.
Gordo nº 6. Debería ser un término medio de mí mismo, alguien que ni intenta ser otra persona, la idea de perfección que en mi cabeza se ha dibujado, ni abandonarme por completo a la corriente debastadora del trascurso de las cosas.
Gordo nº 7. Es muy difícil mantener visible el límite que hay entre el amor y la entrega a alguien, y la total dependecia hacia ella. Hay que tener mucho cuidado porque siempre llega el momento en el que nos damos cuenta de que ya no somos nadie sin la otra persona y las reacciones pueden resultar funestas para el corazón; desde autodestructivas hasta desoladoras para esa otra parte, pero sobre todo, lo primero.
Gordo nº 8. La culpa es un lastre demasiado pesado, cuanto antes lo suelte, mejor.
Por si no hubiera sido suficiente con la cuidada historia, que no es el caso, ésta viene acompañada de una banda sonora mágica que hace las veces de puñal, abriendo en nuestro estómago una profunda grieta por la que se cuela ese coctail viscoso de sentimientos.

Si algo he sacado en claro de esta extraordinaria cinta es que la persona que soy es la que voy a ser hasta el último minuto de mi vida, por lo que mejor será que la cuide, la quiera y pueda respetarla.


-Gordos. Daniel Sánchez Arévalo-

jueves, 18 de marzo de 2010

La calle de los marqueses


Sólo al escuchar el susurro del acordeón me doy cuenta de lo especial, de la esencia de esta calle. Siempre he pensado que Larios hay que andarla por el centro para no perderme ni un detalle de lo que allí se cuece. Hay que recorrerla por el centro para sentir su personalidad y comprender lo que realmente es y tanto se empeña en disimular, un punto de encuentro entre personas. Hay que fijarse en ellas, en la variedad infinita de espíritus que componen ese microcosmos. Adinerados y carentes, viejos y nuevos, payasos, monstruos mitológicos, princesas, gente que busca ayuda, para sí mismos y para los demás, personas felices e infelices, inconscientes, quienes aparentemente no tienen nada que ver unos con otros.Es en este pequeño ecosistema donde se comprende la inmensidad y la realidad que nos rodea a diario y que parece pasar desapercibida a los ojos de la mayoría, aunque poco a poco nos va marcando.Nunca se recorre este tramo del mundo de igual forma. A veces ignoramos la belleza que hay en Larios por culpa de preocupaciones inútiles o pasajeras mientras ella nos observa ofendida por nuestra soberbia y nuestra prisa. Y ya lo dijeron hace mucho tiempo, la prisa mata; mata la ilusión, el disfrute de un instante, de una brisa templada, de una canción, porque nos hace ignorarlo y perdernos algo que no se volverá a repetir, no de igual forma. Hay que abrir los sentidos y estar en todo momento receptivos. Si no queremos ser víctimas de lo superficial debemos estar atentos a esos regalos que contienen la sensación efímera de plena felicidad. Sólo dura unos segundos y no hay que cometer la estupidez de dejarlos escapar, no sólo en Larios sino en cada espacio que recorramos en nuestra vida.

El mundo Babel


A veces pierdo la fé en el mundo. Supongo que me ha dado por reflexionar sobre esto porque he visto la película "Babel". Es tremenda, todas las de González Iñárritu lo son. Sus historias me dejan con una especie de virus dentro que va recorriendo mi cabeza y me hace pensar que en este mundo tan individualista, egoista y desarraigado hay una conexión para todos nosotros. Me hace creer que, de alguna manera, estamos todos conectados entre nosotros, lo que resulta una expresión muy adecuada para estos tiempos.
Es algo así como el efecto mariposa, todo aquello que yo haga afectará a cualquier persona, la más remota; no, de hecho influirá al mundo entero. Cada acción mía desencadenará una serie de acontecimientos y circunstancias que harán cambiar el curso de todo el universo. Esto ocurre con cada acción de cada persona, animal, fenómeno natural, etc.

Es increíble cómo sin darnos cuenta somos, cada uno de nosotros, decisivos en este mundo y ni siquiera nos lo planteamos. Aunque puede resultar abrumadora la gran responsabilidad que supone formar parte importante en el trascurso de la vida de un planeta (que no es poco), al final queda una sensación reconfortante al ser conscientes de que contamos en el mundo, en esta inmensa red humana.
Y es por esto que recupero la ilusión con lo que puede depararnos la vida, las próximas conexiones que estableceremos y los giros que darán nuestras circunstancias. Resulta emocionante.


--Babel. Alejandro González Iñárritu-